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DE LA MESA DE LOS EDITORES

Por Carlos Enrique Dallmeier y Francisco Rafael Gauna

26/05/22 * Porqué la lucha en contra del Cambio Climático y la Guerra tiene que ser sistémica y no seguir siendo atomizada

16/06/22 * No perdamos estas condiciones favorables para afianzar nuestra soberanía

01/07/22 * Porque ni la CELAC ni una OEA reconstruida son vías para la integración latinoamericana

LOS DESAFIOS DE LA INTEGRACION LATINOAMERICANA Y CARIBEÑA;

15/07/22 * 1 - Inversión de Capital y Financiamiento Externo.

24/07/22 * 2 - Una interdependencia necesaria

30/07/22 * 3 - La Emigración

15/08/22 * 4 - La ciencia y la tecnología

30/08/22 * 5 - Los Derechos Humanos

15/09/22 * 6 - Las Amenazas Externas

30/09/22 * 7 - Síntesis reflexiva; la Integración, protección de nuestro futuro.

07/10/22 * ¿Por qué Latinoamérica y El Caribe no pueden quedarse al margen del Nuevo Orden Mundial que se construya al final de la guerra de Ucrania?

21/10/22 * A los pueblos y líderes de América Latina y El Caribe

31/10/22 * Nuestros dirigentes deben entender a sus pueblos

07/11/22 * En la crisis climática, la ciencia es el instrumento, pero la solución es política

20/11/22 * Más que políticos que la dirijan, nuestra región necesita Estadistas

10/12/22 * Los pueblos de América Latina y El Caribe, deben organizarse para estar a la vanguadia en la lucha en contra del cambio climático

01/02/23 * No será con la actual CELAC que se consiga la unidad de los pueblos latinoamericanos

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Editorial del 26 de Mayo de 2022

+ PORQUE LA LUCHA EN CONTRA DEL CAMBIO CLIMÁTICO Y LA GUERRA TIENE QUE SER SISTÉMICA Y NO SEGUIR SIENDO ATOMIZADA

Las repercusiones a nivel global de la pandemia del COVID 19 y de la guerra en Ucrania, han dejado al descubierto las profundas falencias de las que adolece la humanidad para afrontar eventos de esta naturaleza, lo cual resulta gravísimo tanto por los graves problemas que padece actualmente: las masivas migraciones, las guerras, el narcotráfico, etc. como por los que se avizoran en el futuro: el Cambio climático, con sus nefastas consecuencias, la desertización, la escasez de alimentos, de agua potable, entre otros.

Ante la constante apatía, displicencia o incapacidad para abordarlos, por parte de la ONU y de las otras organizaciones creadas a nivel global en las últimas décadas para normar las relaciones entre los pueblos; es imperativo modificarlas o crear nuevas.

Capítulo especial lo marcan las guerras.

Si nos sustentamos en hechos históricos, vemos como las dos últimas grandes guerras han sido generadas por las apetencias de las potencias dominantes por arrebatarse sus colonias entre sí.

Esas amargas y costosas experiencias llevaron a los imperios ganadores, al final de la Segunda Guerra Mundial, a sustituir en sus áreas de influencia, su método tradicional de coloniaje basado en la ocupación política y militar de territorios, por uno cimentado en el control asfixiante de sus economías.

Con la derrota del llamado "campo socialista" en la Guerra Fría, las potencias vencedoras pretendieron expandir ese modelo en todos los países del globo terráqueo, buscando instaurar una nueva "división internacional del trabajo", en la cual ellas mantendrían el control industrial y tecnológico y los países dominados estarían limitados a tener economías basadas en la agricultura, la exportación de materias primas y el turismo, en lo que se llamó el proyecto neoliberal de la globalización, el cual incluía la ocupación militar de los principales yacimientos petroleros del planeta. Para dirigir ese modelo de dominación se constituyó en el llamado "Grupo de los siete".

La imposibilidad de ejercer ese control absoluto sobre la humanidad, permitió un fuerte desarrollo de la economía de varios países, denominados emergentes, con las consecuentes rivalidades y confrontaciones por ejercer el mayor dominio, que han llevado hasta la guerra, como lo vemos en el caso de Ucrania, en la cual hemos visto como los países miembros de la OTAN actúan envalentonados, ya que asumen que el papel de Rusia como proveedor de materias primas y consumidor de sus bienes industriales lo reemplazarán los países del llamado Tercer Mundo, para ellos simples apéndices de sus órdenes, sin personalidad alguna, despreciando así nuestra soberanía, que no existe para ellos.

Lo cierto es que la humanidad no puede seguir transitando ese camino que la llevará, irremediablemente, a su destrucción. Es imperativo crear un nuevo Orden Global, democrático e inclusivo.

La única manera que ese Nuevo Orden Mundial sea efectivo, es que haya naciones que se involucren en esos propósitos, sirviendo de dínamo para lograr construir organismos globales en los cuales participen todos los países, donde sus decisiones sean tomadas en forma democrática y donde no existan ni privilegios de polos de poder ni alianzas militares.

Estamos conscientes que lograr eso no es tarea fácil. Son muchos y muy poderosos los factores políticos y económicos que hoy dominan a los principales organismos internacionales, que se oponen a cualquier cambio que signifique pérdida de sus estatus privilegiados.

La conjunción de la inminente amenaza del cambio climático, con la necesaria integración de nuestra región latinoamericana y caribeña para que, accionando mancomunadamente con el resto de los pueblos del mundo se consiga el establecimiento de un nuevo orden mundial, implica la búsqueda de una solución sistémica en lugar de soluciones atomizadas, dispersas. Ejemplo de la ineficacia de ellas, lo constituyó el reciente encuentro organizado por la ONU en Glasgow para tratar el cambio climático, y en el cual la dirigente juvenil ambientalista Greta Thunberg expresó al finalizar, que el mismo había sido solo " palabras, palabras, palabras."

EL CASO DEL ESEQUIBO

Debemos tener conciencia que el hecho que Venezuela posea las reservas más grandes de petróleo, la convierte en un objetivo de primer orden en la geopolítica mundial.

Factores de poder internacionales están jugando a la carta que una sentencia sobre el territorio Esequibo a dictarse en los primeros meses del próximo año por la Corte Internacional de Justicia, falle en contra de nuestro país, esperando que ello desemboque en confrontaciones armadas de nuestro país con Guyana y sus aliados de la OTAN, que justifique la ocupación de nuestros yacimientos petroleros.

Es por ello que sostenemos que el Gobierno Nacional debe aprovechar las necesidades energéticas de los países de la OTAN para condicionar cualquier decisión sobre explotaciones petroleras en nuestro país, tanto al retiro por parte de Guyana de su demanda ante la CIJ y su regreso al Protocolo de Puerto España, como a la anulación de cualquier compromiso OTAN-Colombia. Debemos aprovechar esta posición ventajosa para imponer condiciones.

No hacerlo, más que un error sería un crimen.

Por lo antes expuesto, es que hemos decidido constituir nuestra Asociación Civil con el fin de sumar nuestros esfuerzos en esas tres direcciones: la lucha por preservar el ambiente, por conseguir un Nuevo Orden Internacional Democrático e Inclusivo y por la Integración de los pueblos Latinoamericanos y Caribeños.

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Editorial del 16 de junio de 2022

- NO PERDAMOS ESTAS CONDICIONES FAVORABLES PARA AFIANZAR NUESTRA SOBERANIA

Como una forma de ganar votos, los dos candidatos a la segunda vuelta en las elecciones presidenciales de Colombia han prometido reestablecer las relaciones diplomáticas con Venezuela, como si ese restablecimiento dependiese únicamente de ellos.

Por supuesto que es deseable que esas relaciones vuelvan a la normalidad.

Sin embargo, eso no es incondicional. Para que ello se dé, y por la seguridad de nuestra integridad territorial, el Presidente que sea elegido debe eliminar las relaciones de Colombia con la OTAN y eliminar la presencia militar norteamericana en dicho país.

El gobierno de Venezuela debe dar a conocer estas condiciones a ambos candidatos antes de las elecciones. Si no se pronuncian claramente al respecto, están demostrando su apoyo tácito a las pretensiones de la oligarquía Colombia de tomar por la fuerza las aguas en disputa en el Golfo de Venezuela, tal como lo pretendieron hacer cuando la corbeta colombiana Caldas penetró en nuestras aguas territoriales en el año de 1986.

Porque, ¿Qué otro objetivo puede tener esa alianza militar extra continental, si no es Venezuela?

EL PELIGRO DE UNA GUERRA EN DOS FRENTES

Hay que recordar que en el primer trimestre del año próximo, la Corte Internacional de Justicia probablemente decidirá en contra de Venezuela sobre la demanda introducida por Guyana, situación que puede desembocar en una situación de fuerza, de allí, lo cual sería aprovechado por Colombia para intentar arrebatarnos nuestra soberanía.

De allí la vital importancia que reviste el imponer esas condiciones para cualquier reanudación de relaciones.

En igual sentido, nuestro país debe actuar ante las pretensiones de los países de la OTAN de acceder al crudo venezolano como sustituto del suministro petrolero ruso, imponiendo como condición no negociada el retiro de la demanda introducida por Guyana ante el CIJ.

Para nadie es un secreto que la misma fue diseñada e impuesta por esos mismos países de la OTAN.

El descaro es tan grotesco, que la misma empresa petrolera que actúa en las aguas territoriales en disputa entre Venezuela y Guayana, la Chevron, es la misma a la cual el gobierno norteamericano le otorgó el "permiso imperial" para reiniciar operaciones en Venezuela.

No se debe repetir la experiencia de 1966, cuando nuestro país, desaprovechando las condiciones favorables, tanto en la política internacional como en el aspecto de la energía, no las aprovechó para finiquitar la resolución del problema limítrofe del Esequibo, y firmó, inexplicablemente, un acuerdo en Ginebra, congelándolo de hecho, en uno de los episodios más tristes en la historia de nuestra diplomacia.

Ahora existen condiciones iguales o más favorables para rescatar nuestro territorio. No se puede volver a cometer errores tan garrafales.

Para que a una nación la respeten, debe comenzar por respetarse a sí mismo. Ya es hora que los venezolanos comencemos a hacerlo y dejar en el pasado esa bochornosa conducta de país bananero.

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Editorial del 01 de juLio de 2022


PORQUE NI LA CELAC NI UNA OEA RECONSTRUIDA SON VIAS PARA LA INTEGRACIÓN LATINOAMERICNA.

Hay dos puntos claves que determinan la urgente necesidad de lograr una integración latinoamericana.

1 - Argumentando la eliminación de "tabúes" en relación al cambio climático, los países de la OTAN, están destruyendo lo poco que se había avanzado en la lucha por detenerlo

Veamos. mientras el G-7 anuncia con bombos y platillos, la formación de un "Club del Clima" para luchar en contra del cambio climático, aparecen en medios europeos noticias como el proyecto de ampliar la producción de una gigantesca mina de hulla en la Goajira Colombiana, para suplir a países europeos; o los proyectos de Alemania de utilizar el método depredador del tracking para explotar yacimientos de gas en el Mar del Norte; o las declaraciones del Ministro de Economía y Clima de Alemania, R. Habeck, que afirmó que "confiará más en las centrales eléctricas de carbón en lugar de las de gas", por solo mencionar algunas de las que del mismo tenor publican los medios internacionales.

2 - Con la solicitud de incorporación de Argentina, Irán, Egipto, Arabia Saudita y Turquía al BRICS (con más del 40% de población mundial), se puede esperar que otros países sigan ese ejemplo, que llevará a la constitución de un verdadero y aún más poderoso anti polo, que ocasionará, necesariamente, la reconfiguración del Orden Internacional.

Nuestra región debe tener un papel protagónico en la configuración de ese Nuevo Orden que se asoma, para defender, tanto nuestros intereses, como de la naturaleza misma.

Pero esa integración no será posible, ni con la estructura de la CELAC, ni con la reconfiguración de la OEA, como han propuesto algunos dirigentes.

La CELAC, por dos razones fundamentales: la primera, su concepción de unanimidad en la toma de decisiones, que dada las posiciones encontradas de sus países integrantes, la paralizan en la práctica, y segundo, la rotación anual de la presidencia pro-tempore, que origina que, mientras sea ejercida por un presidente progresista, se impulsará la integración, pero al ejercerla uno retrógrado, frenará y destruirá lo que se haya avanzado.

La reconfiguración de la OEA tampoco, dado el conflicto de intereses que existe entre Estados Unidos y Canadá con el resto de la región, como se vio en la reciente "Cumbre de las Américas", en la cual esa nación, buscando imponer una agenda a la medida de sus intereses, soslayó importantísimos problemas de nuestros pueblos.

Esa divergencia de intereses ocasiona que la actual OEA, no solo sea una entelequia paralizada e ineficaz, y cuya imagen la podemos asimilar a una carreta tirada por dos yuntas de bueyes, colocadas en lados opuestos, sino que impide cualquier posibilidad de ser el instrumento para nuestra integración.

Todo aquel que proponga a la CELAC o a una OEA "reconstruida" como vías para la integración está, consciente o inconscientemente, en contra de nuestros pueblos.

Lo anterior no significa que no se sostengan relaciones económicas, políticas y diplomáticas con Estados Unidos, ni mucho menos. Ciertamente, más que necesarias, imprescindibles, pero hay que sincerarlas, y la mejor manera de hacerlo es entendiendo las diferencias e intereses y sostenerlas colocados en lados diferentes del escritorio.

SOBRE EL TEMA DEL ESEQUIBO

Resulta altamente preocupante que el actual Presidente electo de Colombia no se haya referido a la relación de su país con la OTAN, ni a sus bases militares, mientras que anuncia un pacto con los partidos liberal y conservador. Recordemos que el "incidente" del Caldas, provocado por el dominio del Golfo de Venezuela y sus ricos yacimientos petroleros, fue planificado por esos `partidos cuando estaban en el poder, nada indica que hayan renunciado a esos planes. La alianza con la OTAN va claramente en esa dirección.

Y si a eso le agregamos los muy recientes y reveladores "incidentes", relacionados con las sanciones a nuestro país, como la extensión del estatus de Monómeros, la visita de una delegación norteamericana para reunirse con el sector beligerante de la oposición, el abandono del país de importantes empresas extranjeras, la negación de visas para nuestras delegaciones deportivas, etc., etc., vemos con meridiana claridad, la estrategia de aprovechar la previsible reacción nuestra ante la futura decisión de la Corte Internacional de Justicia sobre el Esequibo, para iniciar una aventura bélica para asegurarse nuestros inmensos recursos energéticos.

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Editorial del 15 de juLio de 2022


DESAFIOS DE LA INTEGRACION LATINOAMERICANA Y CARIBEÑA (1):

INVERSION Y DEUDA EXTERNA

Conseguir la integración latinoamericana y caribeña no es una tarea sencilla, dados los diferentes desafíos que hay que superar.

En la situación actual, el primero de ellos es el de alcanzar un desarrollo económico tal, que genere las riquezas necesarias para que los habitantes tengan una calidad de vida, que no solo cubra sus necesidades básicas, sino que esté cónsona con las prestaciones que ofrecen los espectaculares avances científicos y tecnológicos que han habido, sobre todo en las áreas de la salud y las comunicaciones, por mencionar solo algunas. .

Si bien entendemos que los objetivos de una integración regional son otros, en el presente, una hoja de ruta clara en el ámbito económico es imprescindible para su éxito.

LA INVERSION DE CAPITAL

Para alcanzar ese nivel de ingresos necesarios, la inversión de capital es determinante, tanto la social, a través de la administración pública, como en la consecución del capital monetario necesario.

En este último aspecto, las experiencias vividas en la región son aleccionadoras, y permiten marcar la pauta de las medidas a tomar. En este aspecto, hay que señalar la enorme fuga de capitales particulares, que en vez de ser utilizados en inversión y reinversión, y bajo el influjo de las profundas crisis políticas experimentadas en la región, buscaron la "seguridad" en el extranjero, y que podemos estimar, sin temor a equivocarnos, en miles de millardos de dólares,

Contrastando esa actitud con la de los dueños del capital en los países industrializados, que convierten sus ganancias, mayoritariamente en nuevas inversiones, bien realizadas por las propias empresas o a través del sistema financiero, redundando ello, en que se incremente también, tanto la producción de bienes y servicios como sus ganancias, al punto ese crecimiento continuo de la producción, hizo pequeños los mercados domésticos e impulsó las inversiones de capital en el extranjero, convirtiendo sus ganancias, en una cada vez mayor transferencia neta de capital al exterior.

Un proceso de integración debe revertir esa conducta, impulsando la creación y fortalecimiento de empresas de capital local y de la recapitalización local de sus ganancias, dejando inversión extranjera, únicamente para aquellos nichos de la economía en los cuales no se cuente con la tecnología o el capital necesario.

EL FINANCIAMIENTO EXTERNO

Otra vía para conseguir capital para la producción es el financiamiento externo. Sin embargo, las lamentables experiencias vividas por muchos países latinoamericanos que contrajeron abultadas deudas, que al final no se usaron para apalancar las inversiones productivas, y que terminaron por convertir su pago en pesados fardos para sus pueblos, imponen la necesidad de establecer criterios muy claros que impidan su repetición.

Conviene mencionar las últimas y trágicas experiencias de Venezuela en ese aspecto.

En al año de 1989, nuestro país obtuvo voluminosos recursos de capital a través de, un cuantioso préstamo internacional para la "inversión productiva", que terminó convirtiéndose en una vorágine de corrupción, ocasionando una gigantesca crisis financiera, y el empobrecimiento de nuestro pueblo.

En los años 2016 y 2017 se vencieron más de 70.000 millones de dólares de la deuda pública, período en el cual la producción petrolera nacional disminuyó inexplicablemente, lo cual, combinado con el desplome del precio del barril del petróleo de aprox. 80$ a 19 $, provocó una escasez extrema de bienes a la población, incluyendo los de primera necesidad y produjo una profunda crisis económica.

Es por ello que dentro del esquema integracionista deben diseñarse mecanismos locales de financiamiento, tales como el llamado Banco del Sur, propuesto en el año 2006 por siete Presidentes latinoamericanos y que, lamentablemente, no se llegó a cristalizar.

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Editorial del 24 de juLio de 2022


DESAFIOS DE LA INTEGRACION LATINOAMERICANA Y CARIBEÑA (2):

UNA INTERDEPENDENCIA NECESARIA

A nuestro entender, el desafío más importante que hay que vencer en un proceso integracionista en nuestra región, lo constituye la conformación de una economía que impide, más que dificulta, el intercambio regional de bienes y servicios, y por ende, de la necesaria interdependencia económica entre las naciones, sin la que cualquier intento de integración fracasará.

En efecto, las economías de los países del área se basan, en lo fundamental, en su sector primario, con la producción agrícola, pecuaria y pesquera y con la extracción de minerales, contando con un débil sector secundario, concentrado principalmente en la agroindustria y en los productos de uso diario del hogar y personal, controlado éste, mayoritariamente, por factorías de capital extranjero, y con la presencia de un hipertrofiado sector terciario, alimentado por el gasto y la burocracia pública.

Con la característica que los productos agrícolas, pecuarios y pesquero, exceptuando casos muy puntuales como el trigo argentino, son muy similares en toda la región, por lo que, salvo situaciones excepcionales, como las que ha vivido Venezuela en los últimos años, esos productos no encuentren mercado en los otros países de la región.

Por ejemplo, todos los países latinoamericanos y caribeños, salvo los caso de Bolivia y Paraguay, poseen costas marítimas, o casi todos poseen infraestructuras ganaderas y avícolas, por lo que la producción local de esos bienes se dirigen al mercado interno de cada país y hacia mercados transcontinentales.

En el caso de los minerales, al no contar la región con un sólido desarrollo industrial que los demanden, su producción se dirige los países más industrializados de América del Norte, Europa y Asia, desaprovechando así la enorme ventaja de contar con recursos como el cobre, el petróleo, el litio, etc. y que pueden apuntalar un fuerte desarrollo industrial.

Todo ello es consecuencia de que nuestras naciones se hayan convertido en verdaderos países "neo-bananeros", suministradores de materias primas, sitios para "veranear" y productos agrícolas a las naciones industrializadas y demandantes de los bienes industriales que éstas producen. El mismo esquema de la Colonia.

La reciente pandemia y la lamentable guerra en Ucrania, han dejado al descubierto lo nocivo que resulta para nuestros países esta dependencia económica de naciones extranjeras. Lo vivimos en el caso de las vacunas y otros insumos vitales para combatir el corona virus; también en la sensible disminución en la exportación de productos agrícolas como el banano; en la práctica paralización de las actividades turísticas; en los graves problemas ocasionados por la escasez de fertilizantes; o en el sustancial incremento en el costo del combustible; entre otros muchos ejemplos.

Mientras esa situación sea así, cualquier integración que se intente será muy frágil, y permitiría que algún país se retire de la misma, ya que no le representaría ninguna pérdida importante en lo económico. Lo acontecido con UNASUR, en la cual apenas quedan cuatro naciones, es una muestra palpable de lo que aquí expresamos.

Es necesario pues, que cualquier iniciativa integracionista que cristalice, se plantee como máxima prioridad el impulsar, en forma planificada, la creación de nuevos nichos productivos a través del desarrollo industrial de los países, estableciendo mecanismos internos para priorizar la adquisición de esos bienes.

Proceso que debe combinar la producción total de un bien en una nación, como la compartida entre diversos países de los diversos componentes que se requieran para fabricar productos como vehículos automotores, embarcaciones, aparatos electrónicos, etc.

Todo ello para que los beneficios, que indudablemente acarrearán medidas como esas, sirvan de pegamento a una sólida y fuerte integración de nuestros países, amén del inevitable valor agregado que ello conllevará en el desarrollo tecnológico de la zona.

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